Y YA QUE ANDAMOS POR ACÁ...
Y de una buena vez, no vaya a ser que luego me arrepienta de escribir. Y no es nada especial, es sólo que luego de varias charlas con amigos, algunas más conmigo misma, empiezo a preguntarme cualquier cantidad de cosas con respecto a ti. Hoy te he llamado de mil formas, y aún cuando sé tu nombre, quiero seguir guardándomelo sólo para mí.
La construcción de un castillo en el aire es tan absurdo como siquiera pensar en hacerlo en la arena. El primero no existe, y para el segundo, no haría falta más que una ola para derribarlo. Pero la realidad, ahora que lo pienso, tampoco es tan absurdo, porque nunca pensé como una posibilidad real el intentar tomar tus manos entre las mías y decirte lo que sentía, el verte a los ojos sin sentir ese rubor que me corre por las mejillas aún hoy, o mirarte de reojo por el puro gusto de hacerlo, sin saber en qué o en quién pensabas en ese mismo instante.
Por eso, creo que puedo seguir poniendo un ladrillo tras otro, porque tú no me conoces, y si me conoces, no sabes quién soy. Traer a mi vida el más mínimo rayo de luz era todo lo que necesitba de ti. Tú no lo sabes, y muy seguramente no lo quieres, nunca lo has pensado, jamás te habías planteado la posibilidad, no tenías por qué. De todas maneras, te agradezco cada momento de vida que has traído a mi existencia.
Mientras para mí esté latente la posibilidad de verte alguna vez, como te veo ahora siempre, en mis sueños, valdrá la pena dormir, pero aún mejor, valdrá la pena despertar.
Y de una buena vez, no vaya a ser que luego me arrepienta de escribir. Y no es nada especial, es sólo que luego de varias charlas con amigos, algunas más conmigo misma, empiezo a preguntarme cualquier cantidad de cosas con respecto a ti. Hoy te he llamado de mil formas, y aún cuando sé tu nombre, quiero seguir guardándomelo sólo para mí.
La construcción de un castillo en el aire es tan absurdo como siquiera pensar en hacerlo en la arena. El primero no existe, y para el segundo, no haría falta más que una ola para derribarlo. Pero la realidad, ahora que lo pienso, tampoco es tan absurdo, porque nunca pensé como una posibilidad real el intentar tomar tus manos entre las mías y decirte lo que sentía, el verte a los ojos sin sentir ese rubor que me corre por las mejillas aún hoy, o mirarte de reojo por el puro gusto de hacerlo, sin saber en qué o en quién pensabas en ese mismo instante.
Por eso, creo que puedo seguir poniendo un ladrillo tras otro, porque tú no me conoces, y si me conoces, no sabes quién soy. Traer a mi vida el más mínimo rayo de luz era todo lo que necesitba de ti. Tú no lo sabes, y muy seguramente no lo quieres, nunca lo has pensado, jamás te habías planteado la posibilidad, no tenías por qué. De todas maneras, te agradezco cada momento de vida que has traído a mi existencia.
Mientras para mí esté latente la posibilidad de verte alguna vez, como te veo ahora siempre, en mis sueños, valdrá la pena dormir, pero aún mejor, valdrá la pena despertar.
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